martes, 24 de marzo de 2009

La "verticilosis" del olivo

La verticilosis es una enfermedad causada por el hongo Verticillium dahliae, que se reproduce asexualmente por medio de conidias y produce microesclerocios adaptados a soportar condiciones ambientales muy adversas. Gracias a ellos el hongo permanece en el suelo durante años, incluso en ausencia de plantas susceptibles, siendo las propias malas hierbas de hoja ancha, las que permiten mantener y aumentar las poblaciones de microesclerocios en el suelo. Cuando los microesclerocios presentes en el suelo germinan produciendo hifas, estas penetran en las raíces del olivo, o por cualquier tipo de herida, especialmente por las que ocasionan las labores.
Una vez en el xilema (vasos leñosos), el micelio formado produce conidias, que son transportadas a toda la planta por la corriente de savia ascendente.
Para complicar aún más si cabe el problema, existen diferentes razas de Verticillium que tienen diferente virulencia, existiendo además una diferente susceptibilidad de las variedades de olivo a las diferentes razas del patógeno. Cuando los síntomas alcanzan cierta severidad comienza la formación de microesclorocios, antes en el xilema, y finalmente en el resto de los tejidos. Las plantas enfermas se defolian y caen al suelo, y en las hojas se forman los microesclorocios, por lo que una vez que se descomponen los restos vegetales en el terreno, aquellos quedan libres, dispuestos para iniciar nuevas infestaciones.
El hongo se distribuye en el campo por movimiento del suelo infectado por arrastre de tierra, con los aperos de labranza, por el agua de riego, plantones infectados, macetas con suelo infestado...
La verticilosis del olivo fue descrita por primera vez en Italia en 1946 y años después en zonas olivareras de Estados Unidos. Esta enfermedad no se diagnosticó en España hasta 1975, existiendo descripciones muy anteriores de ciertos síntomas que muy bien pudieran corresponder a la verticilosis. En la actualidad en España la verticilosis es la enfermedad del olivar más importante después del repilo, y probablemente es la que más preocupa a agricultor y técnicos, ya que no se vislumbran soluciones que permitan resolver de forma eficaz este problema. Solamente el empleo de variedades tolerantes en las nuevas plantaciones, y especialmente en las de riego, se presenta como solución eficaz.
Aunque los síntomas de la enfermedad no son siempre los mismos, se distinguen dos cuadros sintomatológicos diferentes: la muerte súbita, por lo que un pie o el árbol completo se seca totalmente y en un breve periodo de tiempo, incluidas ramas, ramitas, hojas, inflorescencias o frutos, lo que acontece principalmente en otoño y primavera; o el denominado decaimiento lento, síntoma caracterizado por la seca de ramas y ramitas finas, apareciendo la sintomatología a principio de la primavera.
Entre el final del invierno y principio de primavera las hojas de los olivos comienzan a ponerse amarillentas, y luego y en pocos días adquieren un color castaño y posteriormente se enrollan hacia adentro. Los tallos de los brotes y ramas afectadas suelen adquirir coloración púrpura (rojiza). Las ramas afectadas de los árboles jóvenes a veces pierden la hoja antes de morir. En otros casos, tanto en árboles jóvenes como adultos, las hojas secas pueden permanecer adheridas algunos meses a los tallos. Los árboles afectados muestran con frecuencia una coloración marrón oscura en el interior de los tallos y troncos, que cuando se cortan exudan una especie de líquido espeso de color oscuro y olor vinoso.
Este hongo es muy difícil de controlar en olivar debido a diferentes razones, por ejemplo la supervivencia de los esclerocios en el suelo es muy prolongada, y además es difícil de acceder al hongo, mediante tratamientos químicos, una vez que se ha producido la enfermedad, ya que se ubica en el xilema, en el interior de la planta.
Algunos autores sugieren un método erradicativo, como puede ser el abonado en verde con especies gramíneas como puede ser el pasto del Sudan, retirar los goteros de los troncos de los árboles para evitar encharcamiento, no regar o reducir la dosis en épocas en que el olivo parece más susceptible: primavera-otoño, en casos graves pasar el cultivo de riego a secano, en casos en que el número de árboles afectados sea muy alto, intercalar una nueva plantación entre los olivos afectados, empleando una variedad tolerante, de modo que cuando los nuevos árboles entren en producción se pueda arrancar la plantación afectada, reducción del laboreo, desinfección del suelo antes de la plantación, solarización por ejemplo.

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