viernes, 17 de julio de 2009

Lithops

Lithops es un género de plantas suculentas con 109 especies pertenecientes a la familia Aizoaceae. Se denominan piedras vivas o planta piedra derivando su nombre del griego: "lithos" (piedra) y "ops" (forma).
Forman grupos de dos hojas acopladas, divididas por una fisura por donde aparecen las flores. Cada par de hojas forman el cuerpo de la planta que tiene forma cilíndrica o cónica con una superficie plana. De la fisura entre las hojas brota, en periodo vegetativo, las nuevas hojas y en cuanto se abren, las antiguas se agostan. Las especies varían en su coloración, siendo de color verde, violáceo o rosa y pueden estar manchadas, estriadas o punteadas. Frecuentemente presentan "ventanas" que corresponden a pequeñas zonas transparentes o traslúcidas sin clorofila, a través de las cuales le llega la luz a la parte de la planta que permanece enterrada.
Las flores aparecen en otoño y son blancas o amarillas, en forma de margarita, son más grandes que el cuerpo de la planta y se abren de noche.
Son fáciles de cultivar, necesitan luz solar indirecta o bastante claridad. Los excesos de riego le perjudican y se deben evitar en periodo de floración. Se propaga por semillas o esquejes.
Fuente: Wikipedia

domingo, 12 de julio de 2009

José Celestino Mutis

José Celestino Bruno Mutis y Bosio nació en Cádiz, en el año 1732. Médico y botánico español que figura entre los más destacados iniciadores del conocimiento científico en el Nuevo Mundo. José Celestino Mutis estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de su ciudad natal, que fue un centro de renovación médica a la vanguardia de la ciencia aplicada en España. Sin embargo, como dicha institución no estaba autorizada a otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. Una vez concluidos sus estudios, se vinculó, durante cuatro años, al Hospital de Cádiz.
Se interesó entonces por la astronomía y la botánica. En realidad, en su período de formación, Mutis tuvo excelentes preceptores: Jorge Juan fue, junto con Antonio de Ulloa, el gran pionero del redescubrimiento científico de América, y Barnades fue el protagonista del renacimiento de la ciencia botánica en la Península. Cuando Mutis recibió el título de médico del Real Proto-edicato de Madrid, contó con la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de la época.
Mutis se desempeñó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid y perfeccionó sus conocimientos botánicos en el Jardín del Soto de Migas Calientes. En 1760 rechazó una beca de especialización en París y partió para América como médico particular del recién nombrado virrey Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podría consagrarse como científico, dedicándose especialmente al conocimiento de las quinas. Deseaba desentrañar algunas de sus incógnitas, establecer sus reales propiedades curativas, sus limitaciones terapéuticas y sus potencialidades económicas. En los primeros años de su vida en Santafé, abrigaba la idea de viajar a Loja, en la provincia de Quito, para cumplir con tales investigaciones.
José Celestino Mutis partió de España rumbo a América el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé el 24 de febrero de 1761. El impacto del trópico fue grande, pues a cada paso se encontraba con una novedad botánica o zoológica. También le sorprendió el ambiente cultural y social: la educación superior era una copia de las instituciones educativas metropolitanas, especialmente de la contrarreformada Universidad de Salamanca, y se hallaba encomendada a las distintas órdenes religiosas. Desde que Mutis desembarcó en Cartagena se preocupó por adelantar observaciones astronómicas, recolectar plantas con las que fue formando un herbario, comprobar gran parte de lo consignado en obras escritas sobre América y estudiar la quina. Al año y 17 días de su llegada a Santafé, sentó las bases de la revolución científica e ideológica en el Virreinato de la Nueva Granada cuando, en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosario, expuso los principios elementales del sistema de Copérnico.
Mientras llevaba a cabo sus aventuras comerciales y sus disputas con López Ruiz, el sabio Mutis continuó con sus trabajos de investigación en botánica, especialmente en el campo de las plantas útiles, que era aquello que más interesaba a la Corona. Además, mantuvo una nutrida comunicación con científicos europeos, como Carlos Linneo, Carlos Alstroemer y Antonio José Cavanilles. Fue designado académico de Upsala y algunas de sus reseñas científicas fueron publicadas en revistas suecas.
En 1777 envió una colección de plantas disecadas al Jardín Botánico de Madrid y otra a Linneo. Formó una voluminosa biblioteca, entre seis y ocho mil volúmenes, especialmente de botánica (unos tres mil ejemplares), que el sabio alemán Alexander von Humboldt juzgó comparable a la de míster Banks, presidente de la Real Sociedad de Londres.

La Real Expedición Botánica
En 1776, España creó la primera Real Expedición Botánica, en el Perú; en ello tuvieron mucho que ver los conceptos que el famoso marino español Antonio de Ulloa lanzó en su libro Noticias americanas (1772) acerca de la conveniencia económica, científica y cultural para la metrópoli de conocer en profundidad el continente americano. En 1783 el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó la Real Expedición Botánica del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y nombró a Mutis como su director, con una asignación anual de dos mil pesos.
Durante los seis meses que van de abril a septiembre, la expedición funcionó provisionalmente y tuvo su sede en La Mesa de Juan Díaz; el equipo humano inicial fue reducido: el sabio, como director, Eloy Valenzuela, como segundo, y Antonio García, como dibujante. Luego se incorporaron, como herbolarios, el indígena Luis Esteban y el campesino Roque Gutiérrez.
El 23 de noviembre de 1783, la expedición fue confirmada por real cédula y se trasladó a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la expedición: se asentaba entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil y era paso obligado en la vía que enlazaba la capital con el principalísimo puerto de Honda, hecho que favorecía las labores comerciales, además de situarse también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.
La Real Expedición permaneció ocho años en Mariquita, hasta que el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé, con lo cual el ambiente cultural de la capital virreinal se vio fortalecido. Se formó así la Casa Botánica, que funcionó hasta 1816, cuando las tropas de la reconquista española la cerraron definitivamente, remitiendo su patrimonio científico a España.
En Mariquita la expedición se reorganizó poco a poco. Se crearon cargos con funciones muy definidas: los comisionados, personal de confianza de Mutis y del virrey, emprendían largas excursiones a diversas partes del virreinato, para reconocer y recolectar minerales o plantas diferentes a las ya conocidas, pero también para acumular datos y observaciones científicas; se destacaron fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Bruno Landete, el geógrafo José Camblor y Francisco José de Caldas.
Los botánicos debían recoger muestras exclusivamente botánicas y eran acompañados de uno o varios herbolarios que ejercían funciones auxiliares. Los pintores se encargaban de copiar las plantas recolectadas sin omitir el más mínimo detalle y con la mayor perfección posible. A partir de 1791, existieron agregados científicos como Francisco Antonio Zea, Juan Bautista Aguilar, José y Sinforoso Mutis, y de igual forma se creó el cargo de oficial de pluma, que ejerció José María Carbonel. Así, de los tres puestos creados inicialmente, la Real Expedición llegó a contar en 1808 (año de la muerte de José Celestino Mutis) con un total de 35 personas.
Tradicionalmente se ha insistido en que la coyuntura para que el arzobispo-virrey se decidiera a formar la Expedición Botánica en el virreinato fue la solicitud de unos científicos alemanes para recorrer los territorios de la actual Colombia. Como parte de las labores asignadas, Mutis debía enriquecer las colecciones botánicas del Gabinete de Historia Natural y del Jardín Botánico de la Corte mediante permanentes remisiones de semillas y raíces vivas de las plantas y árboles más útiles, sin omitir observaciones geográficas y astronómicas y la redacción de La flora de Bogotá.
Todo ello es cierto, como también lo es que en la iniciativa de la expedición jugó un papel determinante la Revolución de los Comuneros de 1781 y que los comisionados debían informar y evaluar social, política y económicamente los distintos pueblos y provincias del virreinato, con el fin de que la Corona pudiera tener una idea de las distintas situaciones y poder aplicar correctivos.
El aspecto más importante de la Expedición Botánica fue su contribución a la conformación y consolidación de una clase culta criolla, toda vez que muchos de sus miembros fueron próceres de la Independencia y que en torno de la expedición giraron las grandes figuras de la política de la Primera República.
Los resultados científicos y económicos son más relativos, pues, si bien se coleccionaron 5.393 láminas magistralmente realizadas, compuestas por 2.945 estampas en color y 2.448 dibujadas a pluma, que representan 2.696 especies y 26 variedades, muchas de ellas no tienen la descripción correspondiente, no hay clave alguna de tal iconografía y no se conoce una correspondencia entre las láminas y el herbario. Su aporte a la taxonomía nacional actual es prácticamente nulo, ya que sólo ocho géneros y especies han conservado la denominación dada por Mutis: Barnadesia, Beforia, Ezpeletia, Ternstroemia, Vallea, Spilanthes americana, Aristolochia cordiflora y Sericotheca argentea.
La flora de Bogotá nunca se publicó en vida de Mutis. El sabio no la pudo concluir, disperso en infinidad de ocupaciones y fracasadas aventuras comerciales, como la organización de la factoría y estanco de la quina, basado en un meticuloso estudio que luego de 25 años de investigaciones dio como resultado el libro El arcano de la quina, obra aparecida inicialmente en el Papel Periódico de Manuel del Socorro Rodríguez y que es el único trabajo terminado de Mutis, en el que diferenció cuatro especies de quina: anaranjada, roja, amarilla y blanca, las cuales distinguió unas de otras según las reglas botánicas y su aplicación médica.
Con anterioridad, había escrito un proyecto de estanco de la quina, en el cual llamó la atención sobre la necesidad de racionalizar al máximo posible la explotación del producto. También intentó aclimatar los canelos de los andaquíes, que bien pronto se secaron, promover en la Corte el amargo té de Bogotá, que no fue aceptado en los mercados europeos, resolver consultas oficiales, trazar y dirigir políticas sanitarias y de minería, reformar los estudios de matemáticas del Colegio del Rosario e implantar los de medicina, de acuerdo con los logros del momento. Mutis murió en Santafé, el 11 de septiembre de 1808, a los 76 años de edad.

Fuente: http://www.biografiasyvidas.com/

domingo, 28 de junio de 2009

Cerca del Agua te quiero llevar


Cerca del agua te quiero llevar
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener
porque te aliente su vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar
que no se puede perder ni encontrar.


Miguel Hernández






lunes, 15 de junio de 2009

Hibiscus rosa-sinensis

Así como la rosa es la flor por excelencia de las zonas de clima templado, podríamos decir que el hibisco lo es en aquellas de climas subtropicales y tropicales. En nuestro país su popularidad es manifiesta en las Islas Canarias, lógicamente, y en todas las zonas del litoral de la Península y Baleares, que son las que tienen los climas más benignos.
Las especies más conocidas son, sin duda, Hibiscus rosa-sinensis, popularmente "Rosa de China", e Hibiscus syriacus, popularmente "Rosa de Siria o Althea", pero existen algunas otras especies, menos cultivadas y algo menos conocidas quizás, no menos interesantes.
El género Hibiscus pertenece a la familia Malvaceae, y está formado por plantas herbáceas, anuales o perennes, arbustos, subarbustos y árboles, con las hojas enteras o a veces lobuladas o partidas. Sus flores son axilares, generalmente solitarias, aunque a veces se disponen en racimos, corimbos o panículas. Tienen un epicáliz con 4-20 segmentos, separados o a veces unidos basalmente o al cáliz, que es generalmente acampanado, con 5 lóbulos. La corola tiene 5 pétalos mucho más grandes que el cáliz. Los estambres están unidos formando una columna estaminal que en ocasiones puede sobresalir notablemente a la corola. El fruto es capsular. Comprende alrededor de 200 especies de zonas tropicales y cálidas. Su nombre proviene del griego Hibiskos, nombre dado al malvavisco común en la época de Dioscórides y Plinio.
Además de su interés en jardinería, de algunas especies tropicales se obtienen frutos comestibles, fibras, sustancias medicinales e incluso madera, deduciéndose, por tanto, que estamos ante un grupo de plantas de cierta importancia económica, aunque bien es verdad que exceptuando el aspecto ornamental, su importancia es casi siempre de carácter más o menos local.
Desde la introducción del hibisco en Europa en el siglo XVIII, han sido obtenidos muchos híbridos, principalmente en Hawai y Florida, pudiéndose cifrar en varios cientos los cultivares actuales, la mayoría de ellos desconocidos en nuestro país. Las dos especies más hibridadas son Hibiscus rosa-sinensis, muy utilizada en climas tropicales y subtropicales, e Hibiscus syriacus, más utilizada en climas templados y fríos.

Muchos de los hibiscos cultivados en nuestro país normalmente no llegan a formar semillas, por lo que debe acudirse a la reproducción por métodos vegetativos que, por otra parte, son los únicos que garantizan una uniformidad en la producción. Los esquejes, acodos aéreos e injertos son métodos a emplear en unos u otros casos, siendo el primero de ellos el más utilizado y no ofreciendo especiales dificultades su realización. Preferentemente deben utilizarse esquejes de madera tierna o semidura. El empleo de hormonas de enraizamiento, aunque no se hace imprescindible, si es aconsejable. El período de enraizado puede durar de 4 a 6 semanas, y durante el mismo es conveniente mantener altos niveles de luz y humedad.
En cuanto al cultivo, aunque son en general plantas que no requieren cuidados especiales, si debe cuidarse al menos el riego y la fertilización, pues ello redundará en el verdor y la floración de nuestros hibiscos.
Los hibiscos necesitan agua abundantemente, produciendo su escasez la defoliación de la planta en algunas especies o la sensación de marchitez de las hojas en otras. Por ello, los riegos deben ser más o menos frecuentes, dependiendo de la naturaleza del suelo. Del mismo modo, la adecuada y regular fertilización con un abono de equilibrio 2:1:2,5 mantendrá cubiertas perfectamente las necesidades de la planta, ya que al parecer el potasio favorece notablemente la floración.
Respecto a las plagas y enfermedades, los hibiscos son plantas que no tienen especiales problemas, siendo las plagas más frecuentes los pulgones, araña roja y mosca blanca, ésta última en el caso de aquellas especies con hojas tomentosas. Los tratamientos a aplicar son los normales y específicos para estos tipos de insectos, por lo que no entraremos en más detalles.

viernes, 12 de junio de 2009

Dicen que no hablan las plantas

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

(Rosalía de Castro)

Dionaea muscipula

La dionea atrapamoscas (Dionaea muscipula) es una planta que, por lo general, requiere un substrato libre de sales minerales y por lo tanto necesita agua de lluvia o destilada, pues si no es así las sales la matan. No precisa fertilizantes (ya que la matan) y la exposición (sol o sombra) varía dependiendo de la variedad de planta. Pertenece al género Dionaea.
En cuanto a su ambientación, la Dionaea muscipula es originaria de la llanura costera de los estados norteamericanos de Carolina del Norte y Carolina del Sur, en el sudeste de los Estados Unidos, por lo tanto, esta especie de planta carnívora requiere de un clima relativamente suave, con inviernos no demasiados fríos.
Lo que la Dionaea reclama constantemente es agua. Jamás nos debemos olvidar de proporcionársela. El sustrato de la planta debe estar húmedo constantemente y si hemos optado por mantenerla dentro de una copa grande de cristal o pecera con bolitas de arcilla, nos preocuparemos que siempre tenga un dedo de líquido que por supuesto estará libre de cal y de sales minerales. El agua debe de ser ácida y no básica. Un pH de 5,5 o 6 de acidez es el óptimo para el desarrollo de la misma.
La temperatura adecuada para la Dionaea es de entre 18 y 26 ºC en verano y por el día. Le favorecen los cambios de temperatura bruscos. Por ello por la noche sería positivo que bajase drásticamente. Entre 5 y 10 ºC se encontraría encantada. Durante el tiempo de inactividad los riegos serán mucho más escasos y se permitirá que la planta descanse en un lugar fresco y luminoso hasta que decida que ha llegado el instante de volver a adquirir su máximo esplendor. Esta etapa debería coincidir con el invierno. Sin embargo como hemos dicho anteriormente las plantas que adquirimos suelen estar manipuladas y el primer año el periodo de inactividad nos puede sorprender en cualquier instante. Cuando es pequeña debe mantenerse en un pequeño terrario con tierra especial para carnivoras.


Fuente: www.wikipedia.org

sábado, 6 de junio de 2009

Día Mundial del Medio Ambiente

Desde 1972, los 5 de junio de cada año se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente que fue establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas, en su Resolución del 15 de diciembre de 1972 con la que se dio inicio a la Conferencia de Estocolmo, Suecia, cuyo tema central fue el Medio Humano.
Ese mismo día, la Asamblea General de la ONU aprobó la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Se podría decir que el Día Mundial del Medio Ambiente es un vehículo por medio del cual la Organización de Naciones Unidas sensibiliza a la opinión mundial en relación a temas ambientales, intensificando la atención y la acción política y cuyos objetivos principales son darle un contexto humano, motivando a las personas para que se conviertan en agentes activos del desarrollo sustentable y equitativo; promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, pues ésta garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más próspero y seguro. El Día Mundial del Medio Ambiente es un evento en el que se realizan múltiples actividades: concentraciones en calles, conciertos ecológicos, ensayos y competencias de afiches en escuelas y colegios, plantaciones de árboles, campañas de reciclaje y de limpieza, entre otras.
Es además, un suceso multimedial que lleva a periodistas a escribir y hacer reportajes críticos acerca del ambiente. Documentales televisivos, exhibiciones fotográficas, eventos intelectuales como seminarios, mesas redondas, conferencias, sólo por nombrar algunos.
En muchos países esta celebración es una oportunidad de firmar o ratificar convenios internacionales y, algunas veces, establece estructuras gubernamentales permanentes relacionadas con el manejo ambiental y la planificación económica.